domingo, 30 de abril de 2017

PINCELADAS DE LA CLASE C3G



En estos momentos, hora de asistencia a clase, pero  es sábado y no hay ,  siento algo de morriña,  como dirían los gallegos o, monomanía,  y estoy recordando  la última clase de  este curso  de nuestra profesora tan admirable, querida por todos los compañeros, divertida y, cómo no, también guapa, con todos los respetos de un alumno de los mayores de la Universidad. Dª Orencia Moreno Correa,  Oren. Como se dejaba llamar y con mucho aprecio que llamamos, ha sabido sacar la creatividad de cada uno de nosotros, disfrutando todos de un ambiente de armonía  y confianza que ella nos daba,  la clase se convirtia en lo más ameno y divertido de  su asignatura, al mismo tiempo que gozaba sacándonos  el interes en que aprendiésemos lo que nos explicaba, para algunos de nosotros como es mi caso, el teatro, tengo que decir que me gusta, y lo vivo cuando voy, pero ella me ha hecho que lo admire mas, por enseñarme sus raíces, llevando las artes escénicas al aula, descubriendonos lo máximo  con  las  pocas herramientas que disponía. Es de agradecer el  interés que ponía para enseñarnos los orígenes del teatro griego, romano, sus partes el Koilon para que sirve, su utilización, Skené, Orhestra, la Cavea, Vomitorio, el Procenio , etc.etc. Digno de mención la parte dedicada a la memoria con sus procesos cognitivos, los principios que rigen el recuerdo y el olvido, así como el papel que desempeña la memoria individual, social, y sus perturbaciones.
            El broche de oro, culmina, cuando  terminado la clase aparece, el Emperador romano, el Arquitecto que  diseñó el Teatro Romano de La Julia  Jemela Acci, una sacerdotisa, y un romano. Escenificando un ensayo de  la obra que se va a celebrar en el XXI. Encuentro Interprovincial del Aula Permanente de formación abierta de Guadix.          
            En una palabra una “Super Oren”profesora de “10”

                         Saludos
                                       Manuel


miércoles, 26 de abril de 2017

LA ADOLESCENCIA

Apenas existían relojes. Aquella mañana hacia un sol espléndido. La sombra marcaba la hora. Mi adolescencia y curiosidad, se asomó a la ventana. La primera vez que creí verla en esas circunstancias en lo alto de la cama. La débil luz que iluminaba su estancia daba la sensación que se encontraba dormida. Sus cabellos largos, morenos acariciaban su cara. Su figura imaginativa me atormentaba, mi corazón latía desmesuradamente, difícilmente podía respirar. Por primera vez, mis ojos no creían lo que contemplaba. Una bella imagen que anteriormente admiré, y que escasamente una sábana blanca la cubría, la ventana de pronto se cerró.                             Continúo mi camino, como cada mañana, al colegio de la estación Renfe distante de la ventana     1´500 Km aproximadamente. El reloj del andén marcaba las 12,30h. Durante ese recorrido la emoción y alegría me invadía. Esos momentos de felicidad, los tenía presente durante la clase. Terminada esta, rápidamente para mi casa, encontré al paso la ventana, y su situación seguía cerrada. En esos momentos suena el reloj de la catedral dando las tres campanadas. Instante en el que se abre su puerta y, fue tan grande ver el Sol radiante que yo esperaba, que no sabía decir palabra. Nos miramos fijamente dándonos un ¡ hola ! y su sonrisa se me quedó clavada. Trascurrieron muchos años. Nuestros destinos y profesiones nos separan, cuando en una alegre velada en la fiesta del Santo Patrón, coincidimos en la plaza, y a partir de entonces la amistad perdura y nos encanta.